Participar en la JMJ de Lisboa fue realmente una de las experiencias más memorables e inolvidables de mi vida. Prepararon muchas formas y actividades únicas de alabanza y adoración para profundizar más en nuestra fe y para ayudarnos a acercar más a Dios y a María nuestra Madre: rezar el rosario, peregrinar, asistir a misas, participar en procesiones en Fátima, visitar muchas Iglesias y lugares sagrados para rezar con otros jóvenes de todo el mundo. Mientras hacíamos todas esas cosas cada día, realmente sentí el amor y la presencia de Dios y de la Madre María por nosotros, donde sentí una alegría indescriptible, pero abrumado por la gratitud, el consuelo, la paz, el amor y la fe que realmente llenan mi corazón.

Me di cuenta que el amor de Dios es lo único que realmente necesitamos para sostener y llenar nuestros corazones y sentir esa felicidad y alegría genuinas en nuestras vidas, si tan sólo aprendiéramos a abrir nuestro corazón a Él. He aprendido que, si siempre llevamos a Dios en nuestro corazón, seremos más conscientes de Su presencia en nuestro día a día, experimentaremos más Su amor y estaremos más guiados a hacer siempre lo correcto, especialmente cuando nos enfrentemos con nuestros problemas y nos relacionemos con la gente que nos rodea.

Mi experiencia en la JMJ también me recordó que debo ser más agradecida cada día y vivir mi vida al máximo.  …no apresurar las cosas y no estar ansiosa por lo que pueda pasar en el futuro, sino apreciar y valorar más no las cosas materiales, sino todas las cosas sencillas de la vida que realmente importan, como el amor de mi familia, el don de la vida, los talentos y las bendiciones que Él derramó sobre mí. También, la belleza de Su creación, el amor y la bondad de la gente que me rodea, el lado bueno de los desafíos que puedo encontrar y sobre todo porque tengo a Dios y a la Madre María que siempre están conmigo, que me dan gracias, amor eterno y misericordia cada día para continuar viajando en esta “vida”. Tuve la oportunidad de reflexionar y reexaminar cómo vivo mi vida con Dios y la Madre María, pidiendo perdón por todos los pecados que he cometido. Me recordaron que siempre debo rezar a Dios y a la Madre María en los buenos y malos momentos de mi vida. Me desafié a salir de mi caparazón y rezar siempre, pidiendo la sabiduría y la guía de Dios para poder vivir Su palabra… no tener miedo a ser mejor para Su gloria porque tengo los dones y las gracias de Él para compartirlo con los demás y ayudarme a seguir siendo luz para los demás. Así, podré ayudar a otros también con mi estilo sencillo y con Su guía.

Marian Claire

Ratchaburi, Thailand

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