“Caminemos unidos en un solo corazón”
Es el lema que inspiró la misión de Semana Santa en este 2023. Los grupos del Carmelo Misionero Seglar de Costa Rica y las Carmelitas Misioneras, hicimos camino hacia tres parroquias del país para acompañar comunidades donde los sacerdotes no podían llegar.
El 19 de marzo nos reunimos para la formación de preparación de este gran acontecimiento, ser mensajeros de la misericordia de Dios y llevar esperanza a las familias, fue la exhortación que nos hizo el Padre Alexis Céspedes en la Eucaristía de envío.
Acompañamos la Parroquia de Miramar de Puntarenas, en las comunidades de Ventanas, Corazón de Jesús, Zapotal y Cedral, otra Parroquia fue La Suiza de Turrialba en Cartago, en las comunidades de Santa Cristina, El Silencio, El Carmen y Las Colonias y la Parroquia Patriarca San José de Golfito en Puntarenas, en la comunidad San Vicente de Paúl.
La oración de unos por otros nos mantuvo unidos desde los diferentes lugares y el Espíritu fue el principal impulsor de esta obra de amor. Llegar a las comunidades con un corazón abierto, en una actitud de acogida y escucha, fue la llave para entrar no sólo a las casas que se visitaron, sino al corazón de quienes en ellas habitan.
Compartir el gozo de las maravillas que Dios obra en la vida de las personas y ver a Jesús en los enfermos, en los que sufren y abrazan su cruz con serenidad, porque sienten el abrazo de la misericordia de Dios, son experiencias muy edificantes en las que constatamos que el Reino está entre nosotros.
Esta experiencia nos permitió ver reflejado el amor de Dios en la hospitalidad de las familias que nos acogieron en sus casas y en quienes nos acompañaron por los caminos con disponibilidad, para llegar a todos los hogares, la alegría con la que esperaban nuestro paso y recibían gustosos la invitación a participar en las actividades y celebraciones del Triduo Pascual. Son comunidades con pocos habitantes, lo que hace que todos se conozcan, se apoyen en los momentos difíciles, se ayuden en tiempo de necesidad, realmente, son un verdadero testimonio.
Es para dar gracias a Dios la dedicación y entrega de los agentes de pastoral que asumieron con entusiasmo la organización y preparación de todos los detalles de cada Celebración, son comunidades que ponen al servicio sus dones, para hacer del Misterio Pascual una experiencia más profunda, nos han enseñado realmente lo que es vivir en sinodalidad. Compartir la vida, la fe, la fraternidad, orar juntos y adorar al Señor, compartir el pan de la Palabra y contemplar a Cristo que sufre y que muere, pero que a la vez Resucita y renueva toda esperanza, todo esto nos ha hecho sentir “un solo corazón” en Cristo Jesús. Confiamos en Dios que todo lo vivido y aprendido haya caído en tierra buena y de fruto.
El camino de regreso fue un contemplar gozosos que los primeros evangelizados hemos sido nosotros, que el Señor no se deja ganar en generosidad, porque íbamos con el corazón lleno para dar y más bien hemos vuelto edificados, más comprometidos al servicio de la Iglesia y conscientes de que nuestra coherencia de vida: palabras y obras, es lo que va dejando la huella a nuestro paso, esto nos invita a cuidar y reforzar nuestros momentos a solas con Dios y mirar a Cristo en los demás.
Por eso, podemos decir con el B. Padre Francisco Palau que: “Mi misión se reduce a anunciar a los pueblos que tú eres infinitamente bella y amable y a predicarles que te amen. Amor a Dios, amor a los prójimos: éste es el objeto de mi misión.” MR 12,2
Hna. Alejandra Sanabria, cm