FRANCISCO PALAU
FUNDADOR V
Consciente de ser la suya misión eclesial, el P. Palau da vida a grupos de Hermanos y Hermanas. Ellos de la caridad. Ellas de la Virgen del Carmen y Sta Teresa. En época reciente, a toda la obra fundacional palautiana, se la ha designado como Carmelo Misionero. -denominación apropiada-. Desde luego.
Varios jóvenes siguieron a Francisco. Ocurrió cuando finalizaba su misión la Escuela de la Virtud. Les atraía su forma de vida. Lo acompañaron en la soledad de Vallcarca. El confinamiento a Ibiza supuso un enorme hándicap para todos. Sin embargo, ellos se mantuvieron conectados. Algunos compartieron su destierro -ya lo he advertido-. Con los cuales convivió Palau. Y de forma bastante continuada. En Es Cubells ¡Obvio!
Al inicio del destierro, al Padre Palau le bullía, en el alma, una seria preocupación: hallar salida a las solicitudes de sus seguidores. Parece, se impuso la dispersión. ¡Momento complicado! Juan, su hermano, estuvo un tiempo en el seminario de la Seo de Urgell. Sin embargo, no cejó en su empeño por volver a la vida religiosa. Brunet y Espasa acompañaron a Francisco hasta en el confinamiento. Le consideraban padre y maestro. Son ellos quienes mantuvieron viva, en nuestro fundador, la conciencia y el sentido de paternidad. Con todo, no se consideró eslabón fundacional a la comunidad de Es Cubells. No, no.
Aquella experiencia, sin embargo, sirvió a Francisco para actuar en otros lugares. La de Es Cubells se convirtió en comunidad con el tiempo. Ocurrió al llamarlo para reorganizar a los ermitaños de S Honorato:1860. ¡Qué año, aquél!
Al verse libre del confinamiento, Ramón Espasa se quedó en Es Cubells. Construía y cuidaba la ermita de Ntra. Señora de las Virtudes. Dedicaba sendos espacios a la oración. Y cultivaba una pequeña parte de terreno. ¡Polifacético y currante, este hombre!
Con la libertad, Francisco Palau, se convirtió en pregonero de la Palabra de Dios. Tal situación le puso en contacto con personas y lugares. Así, se le agregaron nuevos discípulos. En concreto, así, comenzó la fundación de San Honorato – con visos de continuidad-. El prelado mallorquín lo nombró director del eremitorio. Y le confió la necesaria reforma.
¡Dicho y hecho! Francisco Palau estableció la vida común. Inició y prosiguió una verdadera transformación. Tanto en el orden espiritual como en el material. Procuró que los ermitaños vivieran del propio trabajo. Nombró superior a su hermano Juan. De profesión, labrador. Quien realizó tal servicio a satisfacción de todos: ermitaños y autoridad eclesiástica. ¡Otro acierto a sumar! A algunos derivó el Padre Palau, hacia el apostolado de la enseñanza. Urgente en aquel momento histórico. Sí, de S. Honorato surgió la comunidad de Sta. Catalina. En el arrabal de Palma. ¡Dato interesante! ¿No?
Con frecuencia los visitaba Francisco. Y los acompañaba en su proyecto personal. Tales visitas establecían y afianzaban red. Lazos, cada vez más sólidos, firmes e intensos. Con los grupos que surgían, ¡claro! ¡Bien lo sabía, Palau! Razón por la cual actuaba de ese modo.
La renovación espiritual y el mejor orden en S. Honorato fueron reclamo de nuevas vocaciones. Todo un prometedor futuro. Para él, los ermitaños, fueron un grupo muy querido.
Se organizó, al mismo tiempo, la comunidad masculina de Es Cubells: estable y regular. -Ya apuntada-. Se ampliaron los efectivos. Ambos grupos seguían el patrón de los desiertos carmelitanos. De perfil contemplativo. Aunque con cierta flexibilidad. Además de buen padre, fue solícito pedagogo, nuestro protagonista. ¿A qué sí?
Al tándem formado por las comunidades masculinas se incorporó la nueva fundación de Sta. Cruz de Vallcarca -Barcelona-. Funcionaba ya, a finales del 60. En el terreno adquirido por Francisco, tiempo atrás. ¡Claro!
Los tres grupos mantenían, entre ellos, buenas relaciones. De este modo, el proceso de integración en la propia familia religiosa se fue haciendo realidad. Motivo de satisfacción para Francisco Palau. Ahora contempla, en sus hijos, el misterio que se le ha prendido en el alma. Y le ha invadido hasta identificarle con él. Misterio, vivido como profundo vínculo de comunión con Dios y con sus seguidores. Pronto lo brindarán a su entorno. ¡Sin ninguna duda! Pues tal es la finalidad de la nueva familia.