La Iglesia de Dios figurada por el E.S. en los libros sagrados. Es el último libro redactado por Francisco, con destino al gran público. Posee sello inconfundible. Su vida y pensamiento giran en torno al misterio de la Iglesia, “leit motiv” de su existencia y producción literaria.
En él tenemos una de las claves interpretativas más claras y seguras del pensamiento eclesial de Francisco. Con él cierra el ciclo abierto en el primer libro consagrado a la Iglesia. La obra latina compuesta durante el exilio francés -ya lo hemos visto- es el primer anillo de la cadena. Mis relaciones, su prolongación directa. Las de la presente obra, su complemento. El último capítulo de la serie. Así parece ¿No es así?.
Se centraba, en la naturaleza de la Iglesia, expresada por las figuras de la ciudad santa y la casa de Dios. También usa las formas de mujer. Puede considerarse, este volumen, como un comentario al cap 21 del Apocalipsis. Está formado por 21 láminas alusivas a su Iglesia, con su respectivo comentario. Cristo es el fundamento de la ciudad.
Sí, es un álbum religioso sobre el misterio de su Amada. Data de febrero de 1865. No es obra exclusivamente suya. La parte artística y figurada la ejecutaron cuatro expertos, cuyos nombres aparecen en la dedicatoria de la obra dirigida al Papa Pío IX. Sin embargo, la paternidad del álbum corresponde a Palau. Se basaba en la tipología bíblica. El tema a desarrollar se indica claramente en el subtítulo: La Iglesia figurada por el Espíritu Santo, en los libros sagrados. Palau ha seleccionado de la biblia 21 representaciones de su Amada Iglesia. De acuerdo a la interpretación exegética, contenida en los cap 21 y 22 del Apocalipsis de S. Juan. Orientadas a presentar el misterio como Ciudad de Dios. Ciudad Santa.
El punto clave de la exposición consiste en determinar las relaciones existentes entre la Iglesia institucional, y el plan que debe realizar en el mundo. De acuerdo a los designios de Dios. ¡Claro!.
Cada lámina -de las 21 que contiene- va acompañada por una sencilla glosa. Basadas en comentaristas bíblicos y de algunos Santos Padres. También en la visión simbólica propia del autor. ¡No resulta difícil tenerlo en cuenta!.
Con el álbum se propuso explicar, de forma sencilla, su visión acerca del Dios de los hombres y viceversa. Trasfondo de su espiritualidad y apostolado. Y el que expresaba sus vivencias cotidianas. La obra es sólo parte de un plan de mayor envergadura que había trazado y que no llegó a materializarlo.
Mis Relaciones con la Iglesia. Se encuentra entre sus escritos más importantes. Es su obra más autobiográfica y confidencial. El título con que se designa, no es del autor. Lo es del P. Alejo. Sin embargo, corresponde al contenido.
Constaba, la obra de dos volúmenes. El primero, cuya composición había comenzado el año 1860-61, desapareció durante la contienda española de 1936-39. Sólo se han conservado ciertos fragmentos reproducidos por el P. Alejo en la vida del P. Palau. Su contenido principal son las experiencias palautianas, vividas durante esos años 1860-64.
La parte segunda que hoy se conserva, y que saboreamos con tanta satisfacción, comenzó a escribirla en 1864 y terminó en 1867. Con este texto Palau no pretendía redactar ni un tratado doctrinal ni un diario espiritual. Sólo quería plasmar -para su uso personal y exclusivo- las reflexiones y sentimientos que le sugería el misterio de su Amada. Quien por aquellas fechas se le había manifestado con mayor esplendor.
Confiaba en que nadie lo leyera mientras él viviera. Celosamente lo guardó. Como reducto que albergaba los secretos de su espíritu. Lo protegía con tanto cuidado que hasta lo mantenía cerrado con llave. Solo lo leerían personas muy afines a él.
Aunque el argumento se encuentra relacionado con sus vivencias espirituales, durante aquellos años 64-67 nos ofrece otros rasgos característicos de su vida anterior: Hasta la edad de 7 años… El conjunto sigue un interesante modelo a recorrer en su trayectoria espiritual.
Impulsado por un movimiento interno, Francisco pretendía plasmar, de la forma más gráfica posible, sus propias vivencias, en torno a ese misterio central que le invadía. Tal manifestación del misterio, le hacía prorrumpir en coloquios y, soliloquios. Creados por él o inspirados en la Sgda. Escritura. Los escribía a vuela pluma sin trabarlos lógica o sistemáticamente.
Por tanto, la predisposición del lector, al acercarse a la obra, ha de ser la de quien se zambulle en la intimidad recóndita de un alma en tensión. Razón por la cual es mejor leerlo por partes.
Según lo vivía, lo plasmaba. Y en momentos precisos. Casi siempre durante la oración: Espacios sagrados de la jornada: Los suyos. Y los nuestros ¿cuáles son?.