*Casi en paralelo a la conclusión del colegio de Aitona, las Hnas se establecían en el hospital del Vendrell -Tarragona. Año 1869-. Promotor de la misma parece fue Ildefonso Gatell, antiguo compañero de Palau. En la Escuela de la Virtud, sí -En opinión del P. Eulogio. Importante opinión, ¿No es así?-. Administraba el hospital una junta local. Entre quienes la integraban descubrimos al párroco y al alcalde. Atendían a enfermos tanto en el edificio, erigido con este fin, como en su propio hogar. Cuidaban, también, la enseñanza de niñas. Fundación con resultados, altamente, positivos. Ellos alegraron los últimos años del recorrido palautiano. Pues según él aquella fue una fundación modélica. Parece que allí se inició, formalmente y con éxito, la asistencia de enfermos a domicilio. Pronto se suprimió la mencionada escuela.
*En Tarragona fundaba el día de S. José -1871-. Palau la preparaba hacía tiempo. Eran sus últimos meses de vida.
Se sentía cansado y enfermo. La fiebre persistía. No obstante viajaba, casi de continuo. De una comunidad a otra. He de colocar a las Hnas en el lugar que Dios me inspire –afirmaba incansable-. Pues de la buena elección de los destinos, depende el caminar acertado de la familia. Y les pedía colaboración: Orad para que Dios me inspire lo conveniente. Ellas daban clases a elementales y párvulos. Cuidaban, también de enfermos a domicilio.
*****
A nivel general, como mínimo, Palau, quería tres Hnas en cada comunidad. Y les aconsejaba buscar vocaciones en los pueblos del entorno. Donde se encontraban ambientes más sanos. -¡Ojo!.Ya entonces-.
¿Quiénes conformaron su familia?. Dios, los suyos y a través de la Iglesia, la humanidad entera. La cual afloró, anidó y creció en la interioridad de este hombre. ¡Corazón universal!.
Palau deseaba que sus seguidoras vivieran en grandes poblaciones. No en pequeños pueblecillos. Mas que por la ampliación, luchaba por el asentamiento cualificado de su obra.
El proceso de legalización de la familia llegó a un punto destacado con la impresión de las constituciones en 1872. Poco antes de morir él. Resultaban, orientaciones concisas. Sin embargo, de palabra y por escrito -en la correspondencia, sobre todo- quedaba bien perfilada la silueta de su familia religiosa. Eran cuerpo legal. Sencillo pero completo. Al igual que otros escritos, llevan la inconfundible impronta de Francisco. En ellas tenemos un flax del carmelo palautiano.
A lo largo de su recorrido, fue continua la correspondencia con sus hijas. Especialmente con las superioras. Cartas de fuerte contenido espiritual, rezuman realismo. Núcleo fundamental de todas ellas: su vocación eclesial. Por otro lado, las Hermanas vivieron, siempre, con tanta estrechez como alegría. Y al nutrirse de evangelio, desde el carisma teresiano, este hombre, consiguió una auténtica afinidad entre sus comunidades.
Una mirada al conjunto aporta algún que otro dato: En grupos y personal, la rama femenina superaba a la masculina.
A su muerte, las Hnas se hallaban en seis lugares. Repartidos en cuatro diócesis, Vallcarca – Barcelona/ Graus – Barbastro/ Estadilla y Aitona -Lérida/ Vendrell y Tarragona – Tarragona.
Con su fallecimiento, la desorientación cundió entre los miembros de la institución. Y algunas Hnas la abandonaron. ¡Se entiende!. ¡Desapareció el líder!.
En tal coyuntura quedaban sueltos algunos flecos canónicos. Relativos a la obra, sí. Abrigaba él temores. Sin embargo, no pudo ultimar ciertos detalles. Por ahí, se produjeron los consabidos enfrentamientos humanos. Los cuales provocaron división en la familia por él alumbrada. Al cabo de encuentros y desencuentros la rama femenina terminó fraccionada. En dos: Barcelona y Tarragona. Sí, idéntico fundador, idéntico espíritu, el mismo estilo de vida, idéntica marca fundacional. Pero… historias diferentes.
Situación con la que seguimos contando. Cierto, ha habido varios intentos de comunión plena. Sin conseguirla. A día de hoy, de muchas maneras, se van reduciendo distancias. Testigos somos de magníficos gestos por ambas partes. Y aguardamos nuevos acercamientos. ¿Verdad?.