Por fin tomamos respiro de las medidas de cuidado en pandemia y retomamos las misiones de verano con jóvenes. Este año  se realizaron desde el 16 al 22 de enero en la localidad rural de Peralillo en la VI región.  Misionamos las localidades de El barco, San Miguel y Cardos Casas. Como todo lo que se ha retomado después de la pandemia la convocatoria de los jóvenes fue difícil. Nos reunimos los jóvenes: Víctor Araya Cáceres, Manuel Aquez Esquivel, Valeria Rojas Flores; Valeska Puebla Muñoz integrante del CMS ; Paola Pereira Rojas-Aspirante y las Hnas Sandra Henriquez, Pastora Perez y Luisa Escobar.  Lo primero, fue preocuparnos por el reducido número de misioneros, pero se nos pasó rápido y nos pusimos manos a la obra con el mejor ánimo.  Así fue que logramos visitar casi a todas las familias de los lugares donde nos distribuimos. Pocos, pero buenos!!! 

Nuestro itinerario estuvo volcado a la visita de familias. Por la mañana a las 8:30 la oración de cada mañana; luego el desayuno y salimos a cada comunidad  a las 10:00 am.  No nos veíamos hasta la noche, primero llegamos a las 21:00 luego el horario se corrió, incluso hasta las 23:00 hrs.  Esperábamos al último grupo que llegaba y compartíamos la experiencia del día y terminamos el día con la oración para iniciar el descanso.

                Nos encontramos con un vivo interés en la acogida de parte las personas con quienes compartimos la vida y la fe. La pandemia sacudió mucho la vida de esas familias, sobretodo de los adultos mayores.  Encontramos muchos casos de soledad, aunque tienen sus cuidadoras, el hecho de no poder participar de la vida normal de sus familias y comunidad, les hace sentir solos.   Escuchamos del cansancio físico y de la fe de tantas cuidadoras que están incluso por sobre sus fuerzas cuidando a sus padres, abuelos o vecinos. También supimos de las grandes esperanzas de quienes lideran las comunidades, todas mujeres, para levantar la vida de sus hermanos y hermanas dormidos por la pandemia y la experiencia de sequía que vivimos como Iglesia Chilena.

                Nuestros jóvenes misioneros dieron lo mejor para caminar, escuchar y compartir la fe con las familias en las visitas a las casas, y con el grupo más comprometido con sus comunidades de base.  Repartieron alegría y cariño y con la misma fuerza recibieron gratitud y ternura de las personas visitadas.  El día que regresamos, nos detuvimos en el hogar de ancianas San José, comunidad de Carmelitas Misioneras, para que los jóvenes conocieran otra misión. Compartieron con las hermanas y con las residentes. Una tarde llena de emociones. Al terminar el día 22, por la noche ya se dirigieron a sus hogares, unos a Vicuña al norte y otra a Nacimiento en el sur de Chile.

Nos hacía falta la misión de verano con los jóvenes; le dan motivación y esperanza a nuestra vida y vocación. Así, poco a poco, tomadas de la mano de Jesús, vamos reconstruyendo camino, reavivando la misión.  Donde la Gloria de Dios nos lleve…el número es lo de menos.

Hna. Luisa Escobar, cm

fr_FRFR
Partager ceci