La actividad literaria de Francisco nos es sumamente conocida. El P. Eulogio Pacho publicó una monografía bibliográfica, crítica y exhaustiva acerca de esta vertiente suya. Sostenidas por sólidos fundamentos se hallan sus conclusiones.

Tales escritos revelan la recia personalidad de su autor; nos llevan al contacto directo con ella, tan rica en matices; la mayoría, lleva intención pastoral y pedagógica. Todos se centran en contenidos espirituales. Cuanto más íntimas y personales son sus páginas, tanto mejor nos introducen en las profundidades de su espíritu, las de índole doctrinal revelan las preocupaciones y el pensamiento del autor. La mayor diferencia reside en el género literario; mientras las obras impresas cuentan con marcado carácter doctrinal y divulgativo, en las manuscritas o inéditas prevalece el contenido confidencial y autobiográfico.

Francisco Palau, nunca sintió especial vocación por la escritura; escritor más de ocasión que de consagración, fue. Para él la pluma resultó, siempre, instrumento de apostolado o medio de comunión espiritual.

Todas sus publicaciones son de extensión relativamente modesta, de esquemas sumamente sencillos; tiene muy en cuenta a los destinatarios de las mismas; en su conjunto la producción es notable, pero ninguna de sus obras recoge todas sus enseñanzas, en casi todas ellas se hallan presentes ciertos contenidos, preferenciales para él; se entrecruzan, así mismo, de manera íntima, los elementos doctrinales y las experiencias autobiográficas; hasta no resultar fácil deslindar claramente los campos, ni hacernos idea exacta del pensamiento que los sostiene.

Se ha retratado de cuerpo entero en los escritos biográficos, en todos palpita el mismo afán, hasta los que mantienen un tenor doctrinal más claro, se presentan como testimonio irrefutable de su profundo sentir eclesial.

Tanto los contenidos abordados como el método adoptado están condicionados por el escenario histórico en que le tocó actuar, por su

vigorosa personalidad, también.

Escribió en varios idiomas: latín, castellano, catalán y francés popular. Este pluralismo lingüístico hablado y redactado es uno de los motivos que explican la escasa pulcritud literaria de los mismos. Del latín quedan pocas muestras, por lo cual no podemos enjuiciar cómo lo dominaba. Sin ser perfectos los trascritos en castellano, son los más logrados; escribe siempre sin preocupaciones artísticas, lo único que le interesa es la eficacia práctica de sus páginas, abundan las de elevada entonación bíblica. Al describir visiones o cuando contempla paisajes bellos de la creación su pluma fluye ágil, y elegante; los encontramos en la Vida Solitaria, en Mis Relaciones, en algunos artículos breves de periódicos e incluso, en algunas cartas íntimas, salvo en contadas ocasiones -como en el Catecismo de las Virtudes- procede sin planes definidos sistemáticamente.

Su pluma avanza en zigzag, con idas y venidas, en torno a un pensamiento dominante, concluye al lograr configurarlo en una expresión feliz o en una serie de representaciones metafóricas. La característica más destacada de su obraes esa irrefrenable tendencia a la expresión figurativa. En una misma obra y hasta en la misma página se interfieren formas de expresión que se pueden valorar como hechos históricos, reales; sin embargo, sólo son una reconstrucción imaginaria.

Su predilección por la expresión simbólica le lleva a valerse de géneros literarios, típicamente bíblicos, entre ellos el profético, el místico o el apocalíptico, tiene sus razones poderosas para hacerlo: la familiaridad con la Sagrada Escritura, la resonancia de los autores místicos especialmente de la espiritualidad carmelitana, la dificultad para expresar -en lenguaje corriente- vivencias de tan vigorosa intensidad.

Otra forma de comunicación escrita, muy suya, se manifiesta en el diálogo, típico de la forma memorística; a veces inventa un interlocutor con quien mantiene conversación: el de Teófila en la Lucha. Otras, en los escritos íntimos, el diálogo es simple artificio. El caso más emblemático se encuentra en Mis Relaciones obra en torno a lo más querido para él: el misterio de la Iglesia.

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