Al llegar a esta misión de Quellouno, quedó grabado en mí este texto de Lucas y cada día que levanto la mirada alrededor y veo las montañas de este lugar, me traslada y motiva a ser compañera de camino junto con María. Las Carmelitas Misioneras estamos en este hermoso valle ya más de 25 años.
Soy Celia Beatriz Altamirano Díaz, Carmelita Misionera, tengo 43 años de edad, hija de inmigrantes apurimeños, radicados en un distrito del cono sur de Lima. Aspecto que considero importante en mi vocación misionera, porque desde niña esa realidad me hizo estar alerta a ver y sentir lo que ocurría a mi alrededor, especialmente por lo vivido en la época del terrorismo o Conflicto Armado Interno del Perú (1980-2000) En medio de este contexto, tuve oportunidad de vivir tres años de mi infancia en la tierra de mis padres y fue tiempo suficiente para entender el quechua, quedando impregnado en mí como parte de mi identidad e impulso a buscar la visibilidad de los más pobres y los que no son entendidos en su idioma nativo. Hoy para mí el quechua es un instrumento valioso de comunicación y acercamiento cultural.
Misión por las montañas
Mi comunidad misionera de Quellouno está conformada por tres hermanas: Ana María, Rosa e Isabel. El distrito está ubicado en la provincia de la Convención, Departamento de Cusco.
Desde que llegué el año 2014 me fui adentrando poco a poco a esta realidad con mucha vida por su vegetación, con abundante agua, visible en las lindas cataratas que adornan las montañas y los ríos, donde confluyen las aguas de las montañas.
Ruta misionera
La labor evangelizadora en este lugar básicamente ser compañeras de camino de estos pueblos. Visitamos a las comunidades cristianas, aproximadamente 92, en equipo con los dos sacerdotes de la parroquia. Motivamos la vivencia de la fe y el compromiso cristiano, de la mano con los profesores de Instituciones Educativas primaria y secundaria, con quienes procuramos la formación en valores y la preparación a los sacramentos de iniciación.
En tema de salud, constatamos que la política de salud es excluyente con las poblaciones vulnerables, por el sistema burocrático, es por eso que brindamos atención básica desde un botiquín parroquial, en su mayoría a población adulto mayor quechua-hablantes.
Como una respuesta ante los riesgos sociales y la protección a los adolescentes, especialmente mujeres, así como nuestra contribución a la educación tenemos una “Casa de Acogida” para estudiantes de nivel secundario, un proyecto que acoge a chic@s de escasos recursos económicos y de poblaciones alejadas de la capital del distrito.
DESAFÍO Y COMPROMISO MISIONERO
La misión de la Iglesia es silenciosa, pero respetada y conocida por la gente. Se puede decir que hay credibilidad y en muchos momentos de conflicto social por demandas de la población en temas agrarios, por sufrir afectación al ser ruta a la zona de extracción de gas (Camisea) o por temas de corrupción de autoridades, como comunidad de Carmelitas Misioneras, somos
referente de apoyo, esperanza y mediación. Somos para el pueblo como la “madre” a donde los hijos recurren y buscan un consejo, consuelo y protección.
Estar en esta misión, de territorio amazónico, hoy más que nunca me significa un delicado y complejo desafío de presencia evangelizadora. Con la invitación de la “Laudato si” del Papa Francisco, no se puede ignorar la realidad de dolor en nuestras tierras a causa de la deforestación, contaminación de aguas… Es una llamada apremiante a “cuidar de la casa común” y por lo tanto a defender la vida.